Mónica Núñez Navarrete
Bibliotecóloga e Investigadora
mnunezn@gmail.com
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Resumen
La experiencia de las bibliotecas populares ofrece narrativas testimoniales y visiones de la historia reciente como anclajes para la comprensión de pasados difíciles en los escenarios culturales y educativos. Pobladores y pobladoras que se sentían excluidos del sistema se organizaron para buscar senderos que los llevasen a crear espacios de inclusión, de libertad y diálogo. Para ello, buscaron apoyo en los bibliotecarios, a través de la Comisión de Bibliotecas Populares del Colegio de Bibliotecarios de Chile. De este modo, se transformaron en instancias culturales populares, espacios de reunión, confraternidad y solidaridad, cuyo bastión fue la cultura, el arte, la lectura, el conocimiento y la libertad de pensar, pero que además incidieron en las formas de vinculación social de las comunidades.
El objetivo de esta presentación es señalar y reconocer a las bibliotecas populares como parte de la construcción de la memoria del país en tiempo de la dictadura cívico militar. Desde esta perspectiva, se dará una mirada histórica, testimonial, cultural y social del impacto que tuvieron en los sectores populares de la Región Metropolitana durante el periodo 1980 a 1989.
Se abordará el tema a través de documentación de la época, testimonios, entrevistas y documentos fotográficos.
Se considera que las bibliotecas populares de este periodo deben ser consideradas por la comunidad académica dentro del concepto de “memoria como construcción social, cultural y de desarrollo personal y local”, pues esta experiencia da cuenta de cómo las personas en situación de exclusión poseen un saber irremplazable que permite conocer la narrativa, las ideas y dinámicas comunitarias en las que se arraiga la sociedad del periodo.
Palabras claves: INCLUSIÓN SOCIAL; BIBLIOTECA POPULAR; INTEGRACIÓN; DESARROLLO LOCAL; CULTURA POPULAR
I. Introducción
Este trabajo tiene características históricas, testimoniales y de memoria, pues su objetivo es poner en valor a las bibliotecas populares como agentes de cambio social durante la dictadura militar en Chile (1973-1990), en su calidad de unidades de información auto gestionadas por pobladores en sectores vulnerables.
Esta mirada busca dar relevancia a la memoria colectiva, narrando lo vivido como individuo y como comunidad, porque a través del relato toma sentido tanto la historia personal como colectiva, de modo que se pasa de ser espectadores de la historia a ser actores de ésta.
La narrativa de este proceso de creación de bibliotecas populares no se puede abstraer el contexto social de la dictadura cívico-militar, sus características y consecuencias en los sectores populares. La vida de muchos chilenos (adultos, jóvenes y niños) de sectores populares que estaba en constante peligro, debido a la represión ejercida por agentes del Estado, que daba cuenta de las características del cruento golpe militar.
Este esfuerzo es también una búsqueda de sentido a través de la introspección en la propia historia, su identidad, sus luchas, la coherencia entre lo que fuimos y lo que somos, conceptos que con el paso de los años parecen en pugna permanente, ante el embate del olvido, la narrativa histórica contadas desde la academia o la simplificación basada en los grandes eventos.
II. Contexto histórico
Desde su incepción, la dictadura cívico-militar en Chile tuvo como objetivo tomar el poder del Estado por la fuerza y basó su actuar en un modelo cimentado en la doctrina de la seguridad nacional, emanada e impuesta por Estados Unidos, las ideas afincadas en la derecha conservadora del país y la ideología de raíz económica neoliberal surgida de pensadores como Friedrich Hayek, Milton Friedman y George Stigler (estos dos últimos de la Escuela de Chicago), que permitió una amalgama de valores políticamente autoritarios con doctrinas económicas ultra liberales.
Esta construcción ideológica se expresó en un marcado anticomunismo; el quebrantamiento del Estado de Derecho del sistema democrático; la disolución del Congreso Nacional que fue sustituido por una Junta Militar de Gobierno; la proscripción de los partidos políticos; la prohibición de la sindicalización de los trabajadores; la restricción de los derechos civiles y políticos (libertad de expresión, información, reunión y movimiento); y la violación sistemática de los derechos humanos.
De este modo, el régimen cívico-militar se caracterizó por practicar una amplia represión política, labor que estuvo en manos de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) desde 1973 hasta 1978, y que fue asumida posteriormente por la Central Nacional de Informaciones (CNI). Miles de ciudadanos fueron detenidos, se produjeron allanamientos masivos y se cometieron torturas, asesinatos y desapariciones de personas, que afectaron principalmente a los militantes y simpatizantes de la depuesta Unidad Popular. En este contexto, un número considerable de chilenos se refugió en embajadas extranjeras o salió del país.
Según cifras oficiales registradas en el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura o Comisión Valech, se han documentado 28.259 víctimas de prisión y tortura; 2.298 ejecutados y 1.209 detenidos desaparecidos. Además, según cifras entregadas por organismos oficiales, como la Comisión Chilena de Derechos Humanos, el número de exiliados/as durante la dictadura cívico-militar ascendió a más de 200 mil personas.
Asimismo, el régimen cívico-militar se caracterizó por la férrea aplicación de la doctrina de la seguridad nacional, que es una concepción militar del Estado y del funcionamiento de la sociedad.
Esta doctrina fue utilizada para definir ciertas acciones de política exterior de los Estados Unidos, orientadas a que las fuerzas armadas de los países latinoamericanos modificaran su misión para dedicarse a garantizar el orden interno, bajo el pretexto de cambiar la situación general del país, lo que explica la importancia de la “ocupación” de las instituciones estatales por parte de los militares.
El régimen militar se sirvió así de esta visión ideológica para legitimar su intervención e instaurar el nuevo militarismo surgido en los años sesenta en América Latina.
III. Dictadura Cívico-Militar, Educación y Cultura
Los cambios que experimentó el sistema educativo durante la dictadura militar en Chile fueron multifocales y abordaron diversos aspectos. Las transformaciones del sistema escolar realizadas se desplegaron en dos grandes períodos. La primera etapa, conceptualizada como reactiva, se ubica entre 1973 y 1979. Estuvo marcada por la represión, teniendo como marco conceptual la Doctrina de Seguridad Nacional y la destrucción del modelo dominante basado en el Estado Docente.
En 1973, el Ministerio de Educación y las instituciones escolares quedaron bajo el mando de la Armada de Chile y el Ministerio del Interior, los que comenzaron una profunda revisión del Currículo Escolar Nacional, incorporando en él una lógica focalizada en principios nacionalistas.
Se dio así inicio a un fuerte proceso ideologización a todo sistema educativo.
A la vez, desde 1974 se comenzó a delinear de manera más clara y persistente la tendencia privatizadora en educación por parte del régimen, lo que se observa en la postura que sostenían diversos especialistas en educación y actores del sistema afines al régimen, en el sentido de favorecer la educación privada y el subsecuente deterioro de la educación pública.
En la segunda etapa entre 1979 y 1990, se define y ejecuta el rumbo neoliberal para el sistema escolar, centrado en dos procesos claves:
1) desconcentración/descentralización financiera, administrativa y pedagógica en los municipios;
2) privatización del sistema en su conjunto mediante el menoscabo sistemático de la educación pública y la promoción constante de la educación particular subvencionada.
De este modo, se operaron cambios radicales en su estructura administrativa. Pasó de ser centralizado, administrado y provisto principalmente por el Estado, a un nuevo modelo de organización que se estructura en torno al mercado y que redefine completamente el rol estatal en el sector.
El aspecto más importante de este proceso fue la municipalización de la educación, en el entendido que el Estado debía impulsar a empresarios privados en la gestión educacional, combinando subsidios estatales con financiamiento de privados. Estos cambios estructurales fueron acompañados de una notable disminución del presupuesto fiscal para el área educación.
Asimismo, un estudio comparado sobre las directrices aplicadas en el área de educación y cultura por diferentes dictaduras (v.g. Argentina y Franco en España), se puede observar que las dinámicas aplicadas dentro del aula son similares. Las restricciones y formas de aplicar la educación en estos periodos son rígidas, severas, en aulas silenciosas, donde la más mínima falta de conducta es severamente sancionada. Los alumnos son formados para obedecer, para encajar en el sistema sin cuestionamientos. El espíritu crítico es desterrado.
Por otra parte, la autoridad de los profesores en el aula pasa a ser relativa ante los entes directivos, ya que no pueden expresar sus propias opiniones, salvo que sean afines al régimen, y los contenidos curriculares son severamente controlados. Se refuerza las ideas patrióticas y religiosas, y la estructura familiar. De este modo, se resquebraja el rol del docente como guía y se lo confina a la instrucción.
Con respecto a las políticas culturales, Luis Hernán Errázuriz señala:
“Las políticas diseñadas por los asesores del régimen se caracterizaron por llevar a cabo una política cultural que buscara reivindicar una visión nacionalista, capaz de cohesionar al país en función de la identidad nacional y la unidad geográfica y política, poniendo un marcado énfasis al rescate de las tradiciones y los valores que supuestamente establecen el «deber ser nacional», los que habrían sido alterados como resultado de la pérdida progresiva de identidad y la falta de una concepción geopolítica estratégica del Estado. Desde aquí, esgrimiendo argumentos tales como la «pérdida del sentido de Nación», «el extranjerismo» (imitación, influencia y dependencia extranjera), consecuentemente la «pérdida de la unidad nacional» y la postergación de nuestra historia y sus héroes, se plantea que éstos son síntomas de una enfermedad que se habría propagado gradualmente a través de la penetración cultural (y de lo que el propio general Pinochet llamaba «ideas foráneas») y que, a juicio de los ideólogos de las políticas culturales del régimen, era impulsada en gran medida por la doctrina marxista” .
Sobre la base de esta cultura autoritaria y represiva, que fue parte del proyecto autoritario-neoliberal, se implementaron una serie de políticas culturales que fueron funcionales a sus objetivos.
Por un lado, se mantuvo un férreo control de la creación artística y producción cultural, para eliminar en todo aspecto el marxismo y sus campos de influencia; y, por otro lado, se socializó y naturalizó el nuevo sistema político-económico-social, basado en las normas del libre mercado, que determinó la minimización del Estado y con ello, el abandono de todo tipo de intervención, fomento e incentivo estatal para el desarrollo social y cultural.
En muchos sectores se hablaba de “apagón cultural”, que en lo concreto se podía observar a través de precarios resultados en pruebas nacionales SIMCE y de acceso a la universidad (PAA), además de la aplicación de una estricta censura, que incidía en una limitada oferta bibliográfica o de publicaciones periódicas culturales. Esto fue acompañado por la introducción de la televisión como eje principal de la difusión cultural y la programación predominante de la farándula y el fútbol.
IV. Dictadura Cívico-Militar y Sectores Populares
El impacto que provocó el golpe militar y la violencia del 11 de septiembre de 1973, las ejecuciones de los días posteriores y la transformación de centros deportivos en campos de prisioneros políticos, para muchos oficiales de las fuerzas armadas correspondía a la dosis de violencia necesaria en un caso de golpe de estado. Sin embargo, de ese estadio represivo muy pronto se pasó a otro, cuyas expresiones más simbólicas fueron el supuesto plan de autogolpe del gobierno socialista, o Plan Z, y la denominada Caravana de la Muerte, ambas desplegadas en 1973.
Los sectores populares sufrieron un acoso permanente durante los años siguientes, pues los preceptos establecidos por el régimen en seguridad, autoritarismo y control les fueron aplicados con especial rigurosidad. Esto se tradujo en una realidad marcada por una fuerte represión, allanamientos, detenciones arbitrarias, amedrentamientos, incursiones militares y de Carabineros por aire y tierra, a cualquier hora del día. La estrategia aplicada por el régimen era la “doctrina de shock” , cuyo planteamiento central es que el sistema capitalista, sistemáticamente, se ha aprovechado de los grandes desastres para implementar y afianzar una serie de principios favorables a sus intereses.
Por ello, no es de extrañar que simultáneamente la población escolar de los sectores vulnerables fue la más afectada. La calidad de la educación se vio seriamente dañada por la precaria situación de la educación pública en general y en estos sectores en particular, como consecuencia directa de la aplicación de la política educativa autoritaria impuesta por la dictadura cívico-militar, la que se profundizó durante todo el periodo. A esto se sumó que las políticas diseñadas por los ideólogos del régimen en lo cultural fueron esencialmente regresivas. La censura, la caricaturización o la politización de las demandas sociales, tildándolas de marxistas, se orientaron a reprimir las iniciativas populares estimuladas por la falta de acceso a servicios básicos, el rezago educativo y cultural, y las limitaciones en la seguridad social y alimentaria.
Como se puede observar, el modelo que se estaba imponiendo era excluyente de los sectores populares, y el amedrentamiento constante buscaba implantar el carácter neoliberal del proyecto refundacional del régimen y el autoritarismo de su nueva institucionalidad.
Cabe añadir que durante la dictadura existió un proceso de erradicación de poblaciones pobres que vivían diversas comunas del barrio alto (Vitacura, Las Condes, Lo Barnechea, La Reina y otras), las que fueron llevadas hacia la zona sur, norte y norponiente del gran Santiago, a comunas de escasos recursos, con lo cual no se hizo más que reunificar la pobreza.
La organización de los pobladores fue una forma de dar respuesta a la política de exclusión y represión del régimen cívico militar hacia los sectores populares. Los jóvenes y las mujeres que vivían en las diversas poblaciones de la periferia de la región metropolitana se organizaron para buscar soluciones a los problemas que los aquejaban, creando organizaciones populares de subsistencia y resistencia a la situación que estaban viviendo.
De este modo, surgen diversos grupos de acción solidaria, como ollas comunes, comprando juntos, apoyo escolar, bibliotecas populares, colonias infantiles, educación popular, educación para adultos y otros.
V. Organizaciones religiosas (congregaciones) y gremiales se involucran
Estas organizaciones, además de los problemas del vivir cotidiano como la alimentación y la seguridad contra los agentes del Estado, detectaron que en el ámbito de la educación los aprendizajes de sus hijos distaban mucho de ser aceptables en lectura, escritura y cálculo. Por ello, se acercaron a la Vicaría de la Solidaridad, la que tenía contacto con congregaciones religiosas que, además de estar a cargo de las capillas en las poblaciones afectadas, tenían colegios vinculados a sus órdenes. Fue el caso de la Congregación de Santa Cruz (Colegio Saint George y Colegio Nuestra Señora de Andacollo) y de la Preciosa Sangre (Saint Gaspar College).
Algunos profesores, bibliotecarios y alumnos de estos colegios comenzaron a realizar apoyo escolar los sábados y domingos en diversas poblaciones. Una de las poblaciones que fue líder en organizar instancias educativas, culturales y sociales fue Lo Hermida.
En 1986, el Colegio de Bibliotecarios de Chile creó una Comisión para la Defensa y Promoción de las Bibliotecas Populares, cuyos participantes desarrollaron un estrecho trabajo con los pobladores y organizaciones populares a través del país . Los bibliotecarios y bibliotecarias realizaron actividades de fomento de la lectura, de juegos didácticos y de ayuda en el procesamiento durante los fines de semana.
VI. Bibliotecas populares su concepción y acción
En los albores de los años 80, se comenzaron a fraguar en diversas poblaciones de la región metropolitana y otras regiones, la construcción de un nuevo referente social, llamado bibliotecas populares. Surgieron como una necesidad vital de un espacio de contención ante tiempos violentos y de carencias.
La fuerte cohesión de estos grupos permitió que la identidad y su memoria compartida pudiesen ser resguardadas debidamente en tiempos difíciles, cuando la dictadura con su brutal violencia amenazó con extinguirlas mediante represión, militarización, detenciones colectivas, intervención de organizaciones sociales, desempleo y pobreza.
Las bibliotecas populares fueron un lugar de memoria narrativa que, pese a toda la adversidad social y económica, lograron ser un referente para encontrar nuevas formas y espacios colectivos de acogida para la solidaridad, la educación y la cultura, de transmisión y conservación de los espacios colectivos, junto a los clubes deportivos, las comunidades cristianas de base y las células políticas clandestinas. Fueron espacios de resistencia en los cuales se reprodujo lo aprendido en el contexto de la pelea por la casa propia, la educación y la cultura, permitiéndoles además sobrellevar el miedo y la pobreza.
Durante la década del 80 surgen las siguientes bibliotecas populares:
Biblioteca popular Pablo Neruda, de la Población Lo Hermida, comuna de Peñalolén, lugar de funcionamiento la capilla de “Nuestra Señora de la Esperanza”.
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- Biblioteca popular Gabriela Mistral, de la Población Huamachuco 2, Comuna de Renca.
- Biblioteca Popular Población Huamachuco1, lugar de funcionamiento Parroquia Jesús Carpintero. Comuna de Renca.
- Biblioteca Popular Pablo Neruda, comuna de Lo Prado.
- Biblioteca Popular Los Copihues, Población Los Copihues comuna de la Florida.
- Biblioteca Popular Violeta Parra Población Violeta Parra. Comuna de Cerro Navia (ex comuna de Barrancas).
- Biblioteca Popular José María Caro, Población José María Caro. Comuna de Lo Espejo.
- Biblioteca Popular de la población La Bandera, comuna de San Ramón población emblemática por su organización comunitaria en los 80 tradición que tiene hasta la actualidad.
- Biblioteca Popular, Población Menzel, ciudad de Valdivia SERPAJ.
- Biblioteca Popular en el Centro Ecuménico de Cerro Navia. Comuna de Cerro Navia.
- Biblioteca Popular Población Alianza, Comuna de Cerro Navia.
- Biblioteca Popular Población Viñitas, Comuna de Cerro Navia.
- Biblioteca Popular Población El Arenal, Comuna de Cerro Navia.
Se ha querido mostrar los relatos de los actores directos de este proceso. Hoy, a través de sus palabras, se puede leer que para ellos estas acciones tienen un carácter épico, histórico y de memoria, puesto que estos niños-jóvenes (entre 12 y 17 años durante esa época) se entregaron a las diversas iniciativas con pasión y convicción, aunque sabían que estaban siendo vigilados por agentes del Estado. Fueron niños y niñas que vieron truncada la infancia idílica de la despreocupación y tuvieron que enfrentar esa realidad de violencia, pobreza y desamparo.
A través de las conversaciones se puede inferir también la importancia que tuvo la experiencia colectiva y de cohesión entre los jóvenes pobladores, particularmente la participación política/social de niñas y niños de estos sectores. Sus testimonios confirman la evolución de una narrativa diferente, pues para ellos ser un poblador era un orgullo, que caminaba junto a la convicción y certeza de que estaban luchando por una calidad de vida mejor para todos.
VII. Ejemplos de implementación y desarrollo
Se mostrará en forma particularizada la experiencia de dos bibliotecas que tuvieron especial importancia en todo el periodo como experiencias pioneras y diseminadoras de su organización.
1. Biblioteca Popular Pablo Neruda de Lo Hermida
Sus comienzos se remontan a tomas realizadas por familias provenientes de distintos lugares de la capital e incluso de otras regiones, que veían como única solución para la vivienda propia tomar un pedazo de tierra e instalar una carpa que sería por primera vez el techo propio. No había suelo asignado, luz ni menos alcantarillado, pero no importaba. Los metros que les correspondía a cada grupo familiar se defendían a toda costa, porque creían a fuego que esa lucha daría frutos. Se puede observar hasta hoy las profundas raíces que dejó este proceso.
La relación de esta experiencia está alimentada por relatos obtenidos a través de entrevistas realizadas entre 2016 y 2017 por Diego Jesús Aillapán Callejas y Miguel Ángel Poch Plá, para su tesis de grado.
Son relatos de vida, de solidaridad y de hermandad que dan a conocer el entorno en que se desarrollaron los entrevistados. Uno de los entrevistados dice: “Después del golpe se hizo un comedor y todos pasaban con su ollita a buscar sus porciones y nunca se les preguntó nada, aparte de cuántas porciones necesitaban”. Esa olla común persiste hasta el presente, cuestión que se observó durante la pandemia COVID 19.
“En esos tiempos, se cuidaban a los niños y niñas, en estos comedores se cuidaba la dieta que se les daba a los niños, para que no solo comieran ahí, sino que fueran nutritivas. Estos los organizaban los propios vecinos, igual que ahora”.
Después surgieron las colonias urbanas. Eran una instancia de convivencia y apoyo escolar enfocada en niños y niñas de poblaciones periféricas de la ciudad, las cuales se desarrollaban con ayuda de la Vicaría de la Solidaridad. En el territorio que abarca la población Lo Hermida, trabajaron con niñas/os, tratando de subsanar las deficiencias educacionales que presentaban, a través de talleres y reforzamientos.
En la capilla “Nuestra Señora de la Esperanza” funcionó la Biblioteca Popular “Pablo Neruda”, un espacio sociopolítico-cultural que perduró hasta los primeros años de la transición pactada a la democracia.
Mediante esta experiencia hubo una resignificación de los espacios, a través, por ejemplo, del hecho de que una capilla existiera un lugar que no fuera de estricta religiosidad, como algunos feligreses querían. Sin embargo, la experiencia y el rol infantil en la Biblioteca Popular “Pablo Neruda” le dio un significado de trascendencia a este nuevo papel.
En un primer momento, ésta funcionó en una sala de pequeñas dimensiones, prestada por el párroco de la capilla. Los pioneros de esta biblioteca, Mariana y Leonardo, fueron integrantes activos de esta organización durante su funcionamiento, ingresando con 12 y 13 años, respectivamente, en 1982 – año de su inauguración.
Existen dos motivos principales para entender el surgimiento de esta biblioteca popular. En primer lugar, están las carencias educacionales y culturales que sufrían por esos años las niños y jóvenes de la población. Esto se ve reafirmado por la declaración de una pobladora: “No hay plata para pan, y mucho menos para zapatos, uniformes, útiles escolares, y más encima libros”.
En este sentido, la biblioteca cumplía la misión de responder, de manera organizada, a estos problemas, generando espacios adecuados para el incentivo del estudio y la lectura.
No solo buscaba mejorar las condiciones para la población escolar, sino que de una u otra forma buscaba maneras de acercar a los jóvenes, mujeres, niños y adultos a un mundo más amable, viendo a la literatura y a cultura en general como una forma de recreación y liberación.
Haciendo historia, Mariana y Leonardo recuerdan que “a pesar de las diferencias y el rechazo en primera instancia que generó la biblioteca, ésta comenzó a funcionar. Los primeros pasos que dio fue la recolección de libros y la habilitación del espacio al costado de la capilla. Asimismo, comenzó realizando talleres para ayudar a las/os niñas/os con las tareas escolares, “y ahí empezamos a juntar libros. Y hacíamos el ayuda de tareas y hacíamos actividades igual con los niños, fiestas de fin de año, el día del niño, cuestiones así”.
Como esta era su misión, se planteó como estrategia la creación de diversos talleres que estuvieran enfocados en incentivar las diversas áreas del desarrollo humano a través de iniciativas culturales, tales como un taller de arte, taller de folklore, taller de comunicaciones, apoyo escolar, taller de teatro y taller de guitarra.
Con el correr del tiempo, la visión de los asistentes a la capilla fue cambiando. El trabajo serio y comprometido que se realizaba en la biblioteca con las/os niñas/os, propició que muchas madres que asistían a misa o actividades netamente religiosas comenzaran a llevar a sus hijas/os al espacio.
“Las mismas mamás de ahí los llevaban (de la capilla). Había hartos cabros chicos. Nosotros, ponte tú, el tema de la biblioteca era el enganche, había muchos niños que llegaban ahí, y la mamá si los dejaban”.
Asimismo, niños y niñas que pertenecían a las colonias, así como los monitores de las colonias urbanas, comenzaron a vincularse con ésta. A través de este proceso de integración, se ganaron la aceptación de las/os pobladoras/es y de la gente de la capilla, con lo cual comenzaron a articular trabajo entre estas tres organizaciones (capilla, colonias, biblioteca). “Venían a apoyarnos cabros, ponte tú de arriba, del colegio del Saint George y venían de otro que se llamaba, no me acuerdo como se llamaba… y el Richard trabajo harto con nosotros en ese tiempo y después trabajo el Iván”.
“Y después en la capilla les gustó la idea de la biblioteca, a todos, lo hicimos un tema que se llamaba el construyendo juntos. Y se hizo una biblioteca grande. Se amplió con salas para actividades y juegos y era muy bacán”.
A través de sus diversas actividades, la Biblioteca se transformó en un espacio de alta convocatoria. Ejemplo de esto era su funcionamiento de lunes a viernes, entre las 10:00 de la mañana y las 10:30 de la noche. Esto se debía principalmente al espacio educativo y el trabajo realizado hacia la comunidad, aunque además era la opción de alimentarse de muchas/os, como cuenta Mariana: “Por otro lado teníamos el tema de que cuando llegaban, los curas y las monjas nos traían galletas, leche, nosotros no teníamos leche todo el tiempo. Y ellos nos traían esas cosas. Dulces; que nosotros no teníamos como eso po’… Y poder darle eso, aunque sea una vez a la semana a los cabros chicos, igual era entretenido”.
Este proyecto entregó un espacio de organización para niñas/os y jóvenes que no necesariamente tenía una relación directa con la Iglesia. Tal como lo fue para Mariana, quien cuenta la forma en que hizo ingreso a la Biblioteca: “de donde me agarro, a quién le voy pedir ayuda, si no tengo nada más… entonces cuando apareció esto de la biblioteca, yo dije ésta es, po’, cachai. Y, por otro lado, que le ofrecí a los niños pa’ divertirse pa’ jugar. No había más, entonces era como poder sacarlos un ratito y el espacio que teníamos era ese, la capilla po’. La capilla tenía un patio, cachai. Había salas, era limpio, y ahí podíamos jugar”.
Dentro de la biblioteca existían espacios determinados para el almacenamiento de libros, así como una sala que disponía de sillas y mesas para poder reunirse, estudiar o realizar talleres.
Para Leonardo, el trabajo de ésta era fundamental en los tiempos de la dictadura, donde los niveles económicos eran paupérrimos, ya que “la biblioteca funcionaba como almacén de libros, que en ese tiempo era como muy… fundamental po’…todo el mundo tenía pocas lucas entonces, por ejemplo, comprar un libro era un “weá” de locos. Entonces prestábamos todo lo que era literatura pa’l colegio”.
Él comenzó a asistir a dicho espacio cuando tenía alrededor de 12 años, aunque su participación la oficializó a los 15. “La biblioteca tenía más tiempo, yo iba a hacer tareas a la biblioteca como a los 12 años. Pero yo me tengo que haber incorporado a la biblioteca como a los 14, 15 años”. Es decir, entre los años 1984-1985.
Las transformaciones sociopolíticas que se comenzaron a dar a nivel país también tuvieron repercusión en la población. Hacia fines esta década la relación entre la biblioteca y la capilla cambió, dado que los párrocos y las monjas que participaban de ella fueron removidos. La nueva administración de la Capilla terminó por cerrar el proyecto. Leonardo relata que “de alguna manera nos echaron de la capilla. Llegaron nuevas administraciones en la iglesia, en todos lados”.
2. Biblioteca Popular Centro Ecuménico.
La organización se asentó en la avenida José Joaquín Pérez de Cerro Navia, junto a la Parroquia de la Preciosa Sangre, donde se reunían diversas organizaciones de la comuna como Comprando Juntos, Grupo de Tejedoras, Comité de Adultos Mayores y agrupaciones juveniles.
En una reunión de los dirigentes de diversas capillas, se acordó fundar una biblioteca popular central, la cual iba a cooperar con las bibliotecas populares existentes en la comuna e iba a promover la formación de éstas donde no existían. En este programa participó la Comisión de Bibliotecas Populares del Colegio de Bibliotecarios.
Se implementó la biblioteca que estuvo a cargo del bibliotecario Andrés Marió C., quién asumió como coordinador de la incipiente red. Como fruto de esto se implementaron las bibliotecas en los siguientes sectores: Herminda de la Victoria, Las Viñitas, El Arenal, Violeta Parra, Alianza y otras.
Se realizaban actividades de fomento de la lectura, de juegos didácticos, de ayuda en el procesamiento del material bibliográfico los sábados y domingo con la asistencia de muchos bibliotecarios y bibliotecarias voluntarios. Fue un movimiento que movilizó a muchas organizaciones de jóvenes y de mujeres de estas poblaciones.
Sensiblemente, estas experiencias no están documentadas formalmente.
VIII. Primer encuentro de Bibliotecas Populares
Entre el 2 y 4 de septiembre de 1988, la «Comisión Bibliotecas Populares» del Colegio de Bibliotecarios de Chile, organizó el Primer Encuentro de Bibliotecas Populares, en la Casa de Ejercicio Punta de Tralca, ubicada en la comuna de El Quisco, región de Valparaíso.
En el Encuentro participaron quince pobladores, ocho estudiantes de Bibliotecología, y nueve bibliotecarios profesionales (Rubio, 1988, p. 21).
El objetivo del Encuentro fue realizar un intercambio de experiencias entre dirigentes de las diversas bibliotecas, voluntarios y profesionales, cuyo propósito fue construir una agenda de trabajo común y, a la vez, realizar esfuerzos colectivos en la consecución de lineamientos y estrategias para el acercamiento de experiencias, fomentando las acciones colectivas en cada población. Además, se buscaba estimular estrategias que promovieran la integración de niños, niñas y adolescentes con la lectura, la cultura popular y diversas expresiones del arte, así como desarrollar actividades colectivas con todos los miembros de la población.
En la primera jornada los encargados de bibliotecas expusieron informes de las acciones realizadas, incluyendo la donación de libros y su selección, el procesamiento, los préstamos, las actividades desarrolladas en cuanto al apoyo escolar y actividades recreativas tanto para niños como para adultos. También se planteó los problemas de seguridad de las personas, debido a la acción de agentes del Estado.
En la segunda jornada, los organizadores del evento plantearon interrogantes que debían ser resueltas en forma grupal. Cada grupo presentó ante el plenario sus propuestas y conclusiones.
Sensiblemente no existe documentación formal del evento, solo un cuaderno personal de apuntes.
Conclusiones y efectos del Encuentro.
Las bibliotecas populares eran entidades socioculturales esenciales que deben:
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- Garantizar el derecho al acceso a la cultura en todas sus dimensiones, a la información y al conocimiento sin exclusiones, sin discriminación de ningún tipo, ni religiosa, ni política o étnica.
- Promover la pluralidad y la diversidad de experiencias, desarrollando actividades culturales, de promoción del libro y la lectura en forma amplia, libre y pluralista.
- Promover, fomentar y desarrollar la creatividad, a través de las artes plásticas, la lectura, el teatro y la música.
- Propiciar que la biblioteca popular fuera un espacio democrático de encuentro, reflexión e intercambio indispensable para la construcción de una identidad solidaria.
- Posibilitar el desarrollo de los derechos de los niños en su desarrollo integral, creando espacios sanos de violencia en los que puedan participar libremente.
Finalmente, se acordó tener encuentros permanentes en cada biblioteca popular de las diversas poblaciones.
IX. Conclusiones
Durante la década de los ochenta en Chile, las Capillas de la Iglesia Católica fueron el espacio de resguardo y desarrollo que tuvieron las niñas y los niños de las diferentes poblaciones.
A pesar del contexto de precariedad económica, de violencia y represión política, las labores de las ollas comunes, las colonias urbanas o en particular de la biblioteca, propiciaron un escenario en donde la niñez de la población pudo recurrir, participar y “escapar” de condiciones y situaciones precarias desde el punto de vista económico y de violencia.
La socialización, organización y solidaridad fueron los pilares que mantuvieron en pie este tipo de iniciativas, generándose buenas prácticas que impactaron positivamente a las comunidades en su desarrollo local, social y cultural. A pesar de ser un proceso complejo en su consecución, se logró como producto de una construcción colectiva a nivel local, cuyo objetivo fue movilizar a la población en torno de un proyecto colectivo común que mejorara su calidad de vida en forma integral.
En forma paralela, los dirigentes, motivados por un compromiso político y social, y por la ausencia de espacios culturales, ven en la creación de la biblioteca popular una instancia de diálogo, de solidaridad, de compromiso, y de acercamiento de la comunidad a la lectura y a diversas expresiones artísticas, lo que ayuda a la construcción de una sociedad más justa.
Se considera que el gran aporte de estas bibliotecas es haber sido un lugar de acogida, refugio, encuentro, crecimiento, reflexión y pertenencia, donde las personas le daban valor por sí misma, como una entidad cercana a las personas. Una biblioteca que está enfocada y centrada en la vida y desarrollo de la comunidad.
Por tal razón, se considera que las bibliotecas populares de los ochenta son testimonios vivos de memoria, de la historia y de vida, porque ante la adversidad sociopolítica emergen como un eslabón de sobrevivencia y de liberación, tanto colectiva como personal.
En el presente, esta experiencia puede ser replicable como un expediente para trascender el individualismo que se ha internalizado a través de los últimos 50 años, con el fin de alimentar el modelo neoliberal de libre mercado. A través de la provisión de servicios culturales y enfoques participativos de los distintos públicos incumbentes, la biblioteca puede constituirse en un centro de formación de convivencia, identidad y solidaridad en las comunidades, rol que puede verse plasmado en países donde la vida comunitaria es impulsada en la política pública local y valorada desde la narrativa nacional. Asimismo, la biblioteca así asumida podría constituirse en un centro promotor de políticas públicas a escala local y la formación de ciudadanía entre los estratos jóvenes de las comunidades.
BIBLIOGRAFÍA
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- Venables, Juan Pablo ¿Cómo llegamos a tener un sistema escolar gobernado por el mercado? Estudios de la Economía. El texto es parte de la iniciativa por ir produciendo textos de incidencia pública basados en investigación de estudios sociales de la economía. https://estudiosdelaeconomia.com/2020/10/12/como-llegamos-a-tener-un-sistema-escolar-gobernado-por-el-mercado/
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ANEXO 1: ENTREVISTAS
En la reconstitución de la historia de la biblioteca de Lo Hermida se utilizaron las entrevistas realizadas por Diego Jesús Aillapan Callejas y Miguel Ángel Poch Plá en su tesis de grado.
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- Entrevista a Mariana, población Lo Hermida. Octubre 2016.
- Entrevista a Violeta, población Lo Hermida. Abril 2017.
- Entrevista a Gabriela, población Lo Hermida. Mayo 2017.
- Entrevista a Fernando, población Lo Hermida. Junio 2017.
- Entrevista a Javier, población Lo Hermida. Agosto 2017.
- Entrevista a Leonardo, población Lo Hermida. Septiembre 2017.
- Entrevista a Juana, población Lo Hermida. Noviembre 2017.
* Presentado en el VII Coloquio Internacional Del Papiro a la Biblioteca Virtual, efectuado en La Habana, Cuba, del 4 al 7 de septiembre del 2023.
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